China en África
China en África
¿Explotación brutal o una oportunidad para el desarrollo africano?
El 3 de marzo 500 trabajadores se lanzaron a la huelga en la mina de cobre Cambishi, propiedad China, en Zambia, exigiendo salarios mas altos y protestando contra las pobres condiciones laborales. El representante de los trabajadores, Teddy Chisala dijo que están ganando tan sólo 291,200 ZMK (lo que es menos de $80 Dlls.) mensuales, y que se les daba pescado salado y nshima (plato típico de maíz) de comer. ¡Esto a pesar del aumento constante en los precios del cobre! En lugar de esto ellos están ahora exigiendo salarios de $325 a $400 mensuales.
Los enfurecidos trabajadores tiraron piedras a los gerentes chinos que tuvieron que refugiarse encerrándose en sus oficinas. De acuerdo a el periódico Times de Zambia, varios edificios resultaron quemados. Alberto Mando, secretario de la Unión Nacional de Trabajadores Mineros Aliados (NUMAV), dijo que su unión ha convocado a los trabajadores a quedarse en casa, pero aún así estos se manifestaron al frente de la compañía. Cuándo la policía trató de disolver la protesta, varias personas fueron heridas y siete oficiales de la Unión arrestados. 500 trabajadores fueron despedidos. Sin embargo, cuatro días después los trabajadores fueron reinstalados después de la presión a que la gerencia fue sometida por parte de los gobiernos de Zambia y China.
A pesar de que a ambos gobiernos normalmente les importan muy poco las condiciones laborales, ninguno de ellos puede darse el lujo de reportes de prensa negativos acerca de la explotación de trabajadores africanos en este momento. China quiere evitar tales encabezados antes de las Olimpiadas debido a que ya está bajo presión por su papel en Sudan, y también porque planea importantes inversiones en África el próximo mes. Y el gobierno de Zambia está conciente del sentimiento anti-chino en el país, mismo que los partidos de oposición tratan de capitalizar. En las elecciones de 2006, el candidato de la oposición Michael Sata participó con un slogan anti-chino «Zambia para los zambitas» y logró una gran cantidad de votos en las regiones con muchas fábricas chinas.
Este no fue el primer conflicto entre los mineros y los gerentes chinos. El año pasado, el presidente chino, Hu Jintao, canceló una visita a Cambishi al último momento, temiendo las protestas. 50 trabajadores resultaron muertos en una explosión en la mina un año antes, debido a que las medidas de seguridad no fueron aplicadas. «Ellos vinieron a obtener ganancias y no a cuidar la vida de la gente que les esta dando las ganancias», dijo a el noticiero de la BBC Justina Mumba, madre de un minero enterrado en la mina. El mismo artículo reporta que los trabajadores se quejaron de la explotación «labor de esclavos» en las palabras de uno de ellos. Aún así el director ejecutivo de la mina, Xu Ruiyong, habla de «amigos locales» y dice que hay una brecha cultural: «Tal vez nosotros pensamos que es normal, pero otra gente piensa que es muy duro».
Esta súper explotación de los mineros se efectúa a pesar de que la mina de cobre Cambishi es parte de una «zona especial de desarrollo» convenida entre Zambia y Beijing, que garantiza considerables ganancias.
China alcanza a África
En el Forum de cooperación África China en 2006, el régimen de Beijing anunció el establecimiento de al menos cinco de esas zonas. Una que ya existe en Mauritania y dos más planeadas para Nigeria. Estas zonas son parte de una estrategia para asegurar la influencia de China en África en una creciente competencia por materia prima y mercados. El continente africano tiene el 90% del cobalto mundial, 90% del Platino, 50% del oro, 98% del cromo, 64% del manganeso y una tercera parte del uranio. Además tiene más reservas petroleras que Norte América. China importa actualmente una tercera parte de sus necesidades petroleras de África y Angola ha superado a Arabia Saudita como el principal proveedor de petróleo de China.
La gran necesidad de materia prima para proveer las necesidades de su creciente economía es una de las razones de la orientación de China hacia África. Otras razones son el gran mercado Africano para los baratos productos industriales chinos, mano de obra barata mientras la propia mano de obra China aumenta su costo, e influencia política. Un indicador de esta influencia política es el caso de Taiwán. En enero, Malawi anunció que había cortado lazos diplomáticos con Taiwán, un movimiento que le favorece con el régimen Chino. En África, solo Burkina Faso, Gambia, Swaziland, Santo Tomas y Príncipe reconocen aún a Taiwán.
Actualmente, las empresas Chinas son animadas por el estado para acercarse a África. Particularmente los grandes bancos chinos esperan ganar experiencia en negocios internacionales aumentado su presencia en el continente Africano. Como la agencia noticiosa AFP reportó en febrero, se estima que el comercio entre China y África ha aumentado diez veces, a 5.5 billones en 2006, comparado con 1999. China también se ha convertido en un importante acreedor durante los últimos años proveyendo una alternativa para los países africanos de préstamos del IMF y el Banco Mundial. Aunque China mantiene sus cifras de préstamos secretas, anunció en 2006 que doblaría su ayuda a los países africanos en el 2009.
Competencia en aumento
Comprensiblemente, esto preocupa a las naciones capitalistas que quieren proteger sus propios intereses en la región. A veces estos miedos son pronunciados abiertamente. Por ejemplo, el gobierno alemán escribió en la revista Afrika Kommt: «Existen diferentes opiniones acerca del que si el fuerte envolvimiento de China en África es una maldición o una bendición. En Cualquier caso, para la industria alemana significa la pérdida de importantes oportunidades de negocios (…)»
A veces esos temores estas escondidos en acusaciones contra China por su apoyo a regimenes como el del gobierno de Sudán y su política de ‘no interferencia’. Cuándo recientemente el director de Hollywood Steven Spielberg finalizó su relación como consejero artístico para las Olimpiadas de Beijing diciendo que su conciencia no le permitía continuar debido al las conexiones de China con Sudán, sus acusaciones hicieron eco en muchos políticos occidentales. El reporte del Comité para el Desarrollo del Parlamento Europeo urgió a los Estados Unidos en febrero a llamar a China a «suspender el comercio de armas con cualquier gobierno responsable por violaciones a los derechos humanos».
China estuvo bajo presión para que influenciara al gobierno de Sudán a permitir a una fuerza resguardadora de la paz de las Naciones Unidas a intervenir en la región occidental de Darfur, destrozada por la guerra civil y la limpieza étnica. El enviado especial de China en Darfur, Lui Guijin, hizo un viaje propagandístico para expresar la preocupación de su gobierno por la paz en Sudán. El régimen Chino, que importa el 8% de su petróleo de Sudán ha mostrado durante el reciente conflicto que le interesa mucho sus ganancias y mucho menos el destino de la población local. Pero como Aminata Traeré, uno de los representantes del Foro por otro Malí explica: «el FMI y el Banco Mundial se equivocan constantemente sobre la solución y se culpan uno a otro. Francia y los otros países del club de ricos pretenden estar enfurecidos por las victimas de Darfur, pero en realidad solo se trata del control del petróleo con una China bulímica.
De hecho, China se tiene que concentrar en países como Sudan porque cuando sus compañías llegaron al continente las regiones mas lucrativas ya habían sido divididas entre los países occidentales lideres del imperialismo. Por ejemplo en Nigeria la compañía británica Shell tiene casi un monopolio desde tiempos coloniales. Mientras el capitalismo francés recientemente demostró cuanto le importan los derechos humanos apoyando al gobierno dictatorial de Chad en contra de insurgentes locales. El ministro de defensa francés no solo tuvo que admitir haber entregado municiones a la armada de Chad para usarla en contra de los rebeldes; Amnistía Internacional también probó que después de la desaparición de políticos líderes de la oposición las autoridades francesas habían sido informadas de su arresto por oficiales de seguridad de Chad.
China- ¿la mejor alternativa?
Mientras que los gobiernos occidentales están alarmados por la creciente influencia de China, algunos gobiernos Africanos elogian a China como la mejor alternativa. «He logrado más en una junta de una hora con el Presidente Hu Jintao en una suite ejecutiva en mi hotel en Berlín durante la reciente junta del G8 en Heligendamm que lo que logre durante todas las reuniones orquestadas de los lideres mundiales en la reunión del G8». Declaró el Presidente Wade de Senegal. No solo el gobierno de China otorga prestamos mas rápido, pero la política de no interferencia China implica que el préstamo no trae consigo condiciones adicionales al préstamo, exceptuando el apoyo al principio de una China’ i.e. rechazando el reconocimiento de Taiwán como nación.
Después de años de imposición de políticas neo-liberales, abriendo los mercados y la privatización del FMI y el Banco Mundial, esto suena atractivo. El último proyecto de la Unión Europea, el Acuerdo de Sociedad Europea (EPA) que ha provocado protestas colectivas a través del continente africano es visto como otro ejemplo de cómo los países europeos tratan de imponer sus artículos en los mercados africanos. Por lo tanto un número cada vez mayor de estados africanos buscan a China. Como el Presidente Mugabe, de Zimbabwe dice: «Nos hemos vuelto al Este, donde el sol se levanta, y vuelto nuestras espaldas al Oeste, donde el sol se pone».
Los oficiales de China y sus aliados africanos gustan llamar a cada vez más cercana relación una relación de ganadores, estableciendo que China también puede servir como modelo de desarrollo para los estados Africanos. Pero en realidad China no se desarrollo en sus primeras etapas de industrialización porque abrió su mercado totalmente a las compañías extranjeras. ¡Pero por el contrario protegió su industria! Y mientras esto es verdadero la competencia entre los poderes del Oeste y Asiáticos da a los gobiernos de Africa cierta libertad de movimientos mientras tratan de enfrentar a los unos con los otros, esto sin cambiar el hecho de que China, como otros países imperialistas, solo buscan explotar sus recursos y mercados tan efectivamente como sea posible.
Casi todas las inversiones Chinas van a países con mucha materia prima. La ayuda Chinas nunca se orienta hacia presupuestos estatales, invirtiendo en salud o educación, solamente hacia proyectos de inversión. Muchas de estas inversiones son proyectos de infraestructura que también ayudan a su vez al gobierno Chino, como en transporte de materias primas por ejemplo, o proyectos de prestigio como la construcción de estadios deportivos o edificios parlamentarios. Otro punto a criticar de los programas Chinos es que en su mayoría emplean trabajadores que ellos traen consigo. En Angola, por ejemplo, el Sunday Times reportó que el 70% de los trabajos públicos deben ir orientados hacia las compañías chinas, la mayoría de las cuales no emplean angolinos. Por lo tanto, en los países que han experimentado la ayuda China y programas de inversión, no hay ilusiones de que sean mejores que sus contrapartes occidentales.
Importaciones baratas hechas en China
Además de las condiciones de trabajo y la dura explotación en las compañías Chinas, está la cuestión de las artículos baratos chinos, que crean enojo en las masas, al invadir los mercados y suplantar los productos africanos. En Zambia, solo el 10% de las originales 34 empresas textiles sobreviven. La importación de textiles baratos chinos aumentó rápidamente al terminar el Convenio de Multi-Fibras de 2005, que hasta entonces había asegurado a los países africanos un acceso favorable a los mercados europeos. Wilfred Collins Wonani, líder de la Cámara de Comercio de Zambia, dijo al New York Times: «Estamos de nuevo donde empezamos. Enviando materia prima y trayendo productos manufacturados baratos. Esto no es progreso. Es colonialismo».
La arrogante forma de algunos de los inversionistas chinos aumenta los sentimientos en contra de los chinos. The Times, por ejemplo, cita a Jacob Word, un empresario millonario en Lagos, que como muchos chinos en África ha adoptado un nombre occidental. El provee al gobierno con tantos servicios, que en adición a otros privilegios, le ha sido permitido registrar su flota de 20 SUVs 4×4 como ‘vehículos policíacos’ para manejar a través del trafico anárquico de Lagos. «Es muy práctico en los congestionamientos y no me cuesta nada» dijo, «solo tengo que organizar un banquete para la Asociación de Esposas de Oficiales de la Policía una vez al año. Cada año llegan más hambrientos, pero aún es un buen arreglo» dijo al reportero.
En Dakar varias demostraciones, organizadas por la Cámara de la Industria y Comercio en contra de la «invasión» de comerciantes chinos han sido prohibidas por las autoridades. Pero mientras los comerciantes chinos son omnipresentes en las calles de varias capitales Africanas, vendiendo zapatos baratos, medicamentos o comida, todos «hechos en China», ellos no son ciertamente quienes hacen más dinero en África. Frecuentemente una familia entera ahorra para enviar a un miembro de la familia a África con la esperanza de que este pueda participar un poco del crecimiento africano.
¡Detengan la explotación!
Mientras la lucha por mejores condiciones de trabajo, mejores salarios y sindicatos es urgente, especialmente en compañías chinas, la trampa racista tiene que evitarse. Así como no son los pequeños comerciantes callejeros chinos los que hacen las grandes ganancias, no son los trabajadores chinos los que se benefician de las malas condiciones de trabajo. Frecuentemente solo obtienen salarios un poco mejores que los de sus colegas africanos, pero no lo suficientemente mejores como para vivir decentemente. La mayoría de ellos viven en lugares compartidos en los sótanos de los edificios o en las mismas fabricas. Las diferentes condiciones de trabajo y la separación de los trabajadores chinos es un medio por el cuál los jefes previenen una lucha conjunta de todos los trabajadores. Más que ataques racistas en contra de sus trabajadores ellos temen que los trabajadores chinos adquieran experiencia en la lucha de clases. Esto no solo podría acabar con la súper-explotación en África, también temen los efectos que la experiencia en solidaridad internacional de trabajadores podría tener en las innumerables protestas y huelgas en China.
Los inversionistas europeos y africanos tratan de usar la presencia China para bajar sus estándares de protección para los trabajadores y el medio ambiente. Philippe Maystadt, el Presidente del Banco de Inversión Europea, cuyo banco respaldado por la Unión Europea es el mayor prestamista multilateral del mundo, propuso recientemente que la Unión Europea y el Banco Mundial debieran copiar la actitud de China en préstamos e inversiones. En orden de evitar lo que el llama «excesivas» condiciones dijo: «Tenemos que pensar en el grado de condiciones que queremos imponer».
Algunos comentarios suscitaron la cuestión acerca de que si la presencia de China en África es una forma moderna de colonialismo. Desde la época del colonialismo clásico la forma ha cambiado, pero no el hecho de que los países africanos son explotados por las grandes empresas Occidentales con la ayuda de las instituciones capitalistas internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el banco Mundial. China es solo otro jugador en el juego.
La Resistencia en África es necesaria, no contra los «Chinos» sino en contra del sistema capitalista que actualmente significa medios de súper-ganancias para una muy pequeña minoría y pobreza para las masas. El único grupo de la sociedad que es capaz de solidaridad internacional real son los trabajadores y los pobres, porque es en su propio interés derrocar a los capitalistas en esta sociedad manejada por los intereses económicos y reemplazarlos por una sociedad democrática socialista, en la que por primera vez en la historia la población africana pueda beneficiarse de la riqueza de su continente.
La urgente tarea de los sindicatos africanos es hacer un llamado para la común acción de los trabajadores chinos en sus países y en las plantas Chinas de las empresas. Los trabajadores tienen que estar organizados en los mismos sindicatos, los materiales tienen que ser producidos en ambos lenguajes y huelgas conjuntas son la única respuesta efectiva a las duras condiciones laborales.