El oro pierde brillo para El Salvador
El oro se dice que fue el primer metal precioso que llamó la atención del hombre por su naturaleza casi en estado puro, hermoso brillo, de poderosa resistencia al fuego y fácil de moldear. Desde ese histórico descubrimiento en eras pasadas, la vida del hombre ha ido ligada al valor del oro en todas sus formas desde joya hasta ser un garante de las economías.
La aparición del patrón oro ha tenido varios momentos, uno de los más emblemáticos fue con la aplicación del Sistema Bretton Woods en 1944, en el que el dólar era respaldado por oro al asignársele una tasa de conversión. Pero el sistema fracasó en los años 70 y la idea del patrón en oro se disipó por mucho tiempo.
Pero este no era ni por asomo el adiós al noble metal y su incidencia en la economía mundial. El colapso económico de 2008 remeció a las finanzas globales y el valor del dólar se fue al suelo. La confianza en la moneda más poderosa se desvaneció y los mercados mundiales buscaron nuevos refugios en los que proteger sus inversiones.
Entonces, los lingotes de oro estaban de nuevo brillando para acobijar a los inversores y disminuir sus temores con una materia prima que venía subiendo de valor.
La onza troy del oro traía una tendencia sostenida de aumento en su precio desde el año 2000. Según la data recogida por Consejo Mundial del Oro (WGC, por sus siglas en inglés) el precio de la onza se cotizó en diciembre de 2000 en $274.45. En 2011 este ya alcanzaba a su máximo histórico de $1,923.20.
Así en plena crisis este fue refugio preciado para los inversores y también para muchos bancos centrales y sus equivalentes, que decidieron aumentar sus reservas en oro.
El Salvador también lo hizo, aunque no en la misma cuantía como muchos países de la Euro Zona o Estados Unidos, pero llegó incluso en un momento durante 2012 a constituir el 16.5 % del total de las reservas internacionales.
Pero no todo es brillante, un año después de tocar el techo en cuanto precios el valor del metal empezó a caer regresando a la banda inferior de los $1,000, hoy se mantiene oscilando sin volver a sobrepasar los $1,500 la onza troy.
El oro al mínimo
En un contexto de precios a la baja y con alta volatilidad, el 24 y 25 de marzo de este año el Banco Central de Reserva (BCR) de El Salvador ejecutó una decisión bajo un riguroso análisis: redujo sus activos de oro en las Reservas de Liquidez (que eran un 10 % del total), conservó solo el 20 % del total que tenía y reinvirtió el 80 % en activos de menor riesgo.
El BCR vendió $205.88 millones que equivalieron a 172,630 onzas de oro. Este monto se reinvirtió así en otros activos: en papeles comerciales, $95.2 millones; en Certificados de Depósitos, $77 millones; en Papel Comercial Agencias, $7 millones; y, en Depósitos a Plazo $26 millones.
Con el movimiento, dentro del total de reservas el oro pasó de un 10 % a un 1.8 % a agosto pasado. De modo que de los $2,830 millones que conforman las reservas internacionales solo $50.1 millones quedaron como activos en oro, según el último informe de gestión del BCR.
Mauricio Choussy, expresidente del BCR, explica que en el caso salvadoreño el papel del oro dentro de las Reservas Internacionales era importante antes de que el país estuviera dolarizado, ya que protegía el valor de la moneda en caso de devaluación. Pero después de la dolarización el metal ya no podía jugar este papel.
Sin embargo, siempre queda otra razón para tener el metal precioso y es obtener rendimientos del oro a partir de sus precios. “Algo que no es seguro ni muy rentable… La única oportunidad del oro para rendir es el precio. Pero el contexto actual en el que el precio ha caído ha hecho que se deshagan de él y lo han hecho también otros países como China”, agrega Choussy.
Roberto Arévalo, jefe de la Unidad de Análisis de Riesgos de Inversión del BCR, explica que justamente con la dolarización el país ya no tiene moneda que respaldar. Pero con el aumento del precio del metal, el banco no había tenido que analizar su tenencia de Reservas Internacionales en oro, por lo menos no a desde 2007 cuando se hizo la última venta.
En 2013, el BCR observó la caída de los precios pero como primera medida, antes de cambiar de activo, contrató para 2014 una cobertura especial ante el riesgo de una caída del precio del metal con el Banco Internacional de Pagos, con sede en Basilea. Este tuvo un costo de $7 millones y se hizo a un precio de $1,100 la onza. Si el precio caía debajo de ese límite el seguro se activaba.
Arévalo señala que no fue necesario porque el precio no bajó. Pero el seguro vencía este año y los funcionarios valoraron nuevamente aplicarlo, aunque el costo por el riesgo ya había aumentado e iban a tener que desembolsar $12 millones. De modo que continuar con ese porcentaje de reservas en oro estaba resultando gastos considerables, porque el BCR es quien paga ese seguro y, muy por el contrario estaban perdiendo.
Así que decidieron vender, lo hicieron a tiempo ya que en agosto pasado la cotización de la onza troy bajó a $1,091.
Durante la década pasada el BCR hizo otras ventas parciales de este metal. Aunque aseguran que no hay informes que den detalles sobre en qué activos se reinvirtió los $121.64 millones aproximadamente que se obtuvieron de las ventas de 246,000 onzas de oro entre 2004 y 2007.
El Economista ha solicitado los datos vía acceso a la oficina de información y respuesta del BCR, aunque hasta el cierre de esta edición aún no se contaba con la información. •