Diálogo Chino • Infraestructura china en América Latina: Una Nueva Frontera
En la última década, China se ha convertido en un desarrollador y constructor líder de proyectos de infraestructura de los países que están en vías de desarrollo. Con reservas extraordinariamente altas y una baja en las tasas de inversión, China ha recurrido a la adquisición de una amplia gama de proyectos de infraestructura que van desde el oeste de África hasta el Amazonas. Uno de los principales impulsores de la realización de negocios en el área de infraestructura es la iniciativa Una Franja, Una Ruta (BRI, por sus siglas en inglés).
Inaugurada en 2013 por el presidente Xi Jinping y denominada Un Cinturón, Una Ruta (OBOR, por sus siglas en inglés), la iniciativa ha aumentado su financiación (el objetivo es obtener recursos por valor de US$1 billón) y ha ampliado su alcance; ahora abarca proyectos en más de 70 países. Esta inversión implica una ambiciosa política exterior, con profundas implicancias geopolíticas.
La reciente ola de inversiones en infraestructura respaldada por China ha sido el foco de un creciente debate entre expertos, gobiernos y medios de todo el mundo. A partir de un proceso contencioso iniciado en relación con el control del puerto de Sri Lanka, un punto estratégico para el polémico Corredor Económico China Pakistán (CPEC, por sus siglas en inglés), y una de las principales vías patrocinadas por la asociación BRI, el rol global de China está siendo fuertemente cuestionado y se le requiere la realización de análisis exhaustivos.
En el corazón del asunto está el papel de China como proveedor de servicios públicos en los países de América Latina y el Caribe (ALC). A principios de 2018, China invitó a ALC a unirse al BRI. Con más de 100 proyectos de ingeniería civil respaldados por China, que se encuentran en pleno proceso de diseño o construcción y representan un valor total de US$ 60 mil millones, la región parece haber encontrado en China un proveedor que posee la capacidad de llenar un vacío de larga data relacionado con el suministro de energía e infraestructura.
Nuestro nuevo libro, Building Development for A New Era: China’s Infrastructure Projects in Latin America and the Caribbean (Construyendo Desarrollo para la Nueva Era: Proyectos de Infraestructura de China en América Latina y el Caribe), analiza las tendencias y los desafíos centrales de este fenómeno. La investigación construye una asociación verdaderamente global y multidisciplinaria entre instituciones y académicos que incluye a politólogos, economistas, antropólogos y profesionales del desarrollo de Asia, Europa, América Latina y los Estados Unidos. A partir del estudio de diversos países que componen la región ALC, nuestro libro es el primero en realizar un balance sobre qué está pasando en el campo de la inversión en infraestructura de China.
Gracias a los préstamos aportados por Beijing, las empresas chinas están construyendo represas y plantas de energía hidroeléctricas en el Amazonas y la Patagonia. Están instalando miles de kilómetros en vías férreas para reducir los costos del transporte de carga y para conectar poblaciones en Brasil, Perú y Venezuela. Los bancos de desarrollo de China hasta están financiando una planta de energía nuclear de última generación en Argentina. El proyecto se ha convertido en el plan de ingeniería civil más ambicioso de las últimas décadas (aunque plagado de desafíos e incertidumbres) y un multimillonario, cuya empresa tiene sede en Hong Kong, ha obtenido autorización para construir un canal que atraviese Nicaragua y conecte los océanos Pacífico y Atlántico para competir con el Canal de Panamá.
Nuestro análisis de la inversión en infraestructura china muestra que estas inversiones fomentan tanto el interés del gobierno chino por fortalecer las relaciones bilaterales con países con los que ya tienen altos niveles de comercio como los intereses financieros de las empresas chinas que buscan expandir sus actividades en el extranjero. Apenas tres décadas atrás, este nivel de actividad china hubiera sido impensable. Se trata de etapas diferentes, pero no mutuamente excluyentes, que han estructurado la historia reciente de las relaciones entre China y ALC. A partir de comienzos de la década de 1990, la relación experimentó un rápido crecimiento en términos comerciales. Con la Gran Crisis Financiera de 2008, China canalizó un gran volumen de financiamiento de inversión extranjera directa (IED) hacia ALC, y desde 2013 China se ha involucrado en forma significativa en grandes proyectos de infraestructura en ALC.
Ante la novedad que significan estos emprendimientos, la inversión en infraestructura en ALC representa una importante oportunidad de aprendizaje para las empresas chinas, que no han respondido adecuadamente ante los requerimientos relativos a cuestiones de la cultura y reglamentaciones locales. Hemos descubierto que la mayoría de los proyectos de ALC han tenido que enfrentar reacciones locales adversas relacionados con preocupaciones ambientales, a la contaminación que perjudica a los residentes, así como a sus medios de subsistencia.
Por ejemplo, hubo mucha preocupación debido al impacto ambiental de las refinerías de petróleo de Sinopec en Moín, Costa Rica (el Secretario Nacional de Medio Ambiente objetó la primera evaluación, acusando omisiones graves) y en el Parque Nacional Yasuní, en Ecuador (800,000 personas firmaron una petición antes de que el gobierno nacional detuviera los trabajos). El inicio de la construcción de las represas hidroeléctricas Condor Cliff y La Barrancosa en Santa Cruz, Argentina, que no había realizado ningún tipo de evaluación de impacto ambiental, llevó a que el Tribunal Supremo ordenara suspender los proyectos. En algunos casos, los tribunales locales intervinieron, con efectos negativos sobre la viabilidad de los proyectos y la posición económica de las empresas.
También han surgido problemas laborales, ya que las empresas tienden a contratar ciudadanos chinos en lugar de trabajadores locales, especialmente en puestos directivos y de alta calificación. Las empresas deben aumentar la proporción de trabajadores, técnicos y ejecutivos nacidos en el país donde se realiza la obra para planificar, diseñar, construir y administrar proyectos.
Con respecto a los países anfitriones, las preocupaciones sobre la falta de transparencia y la cesión de soberanía han calado hondo en los debates públicos. Sin embargo, la evidencia que hemos reunido no nos permite concluir en que los préstamos y operaciones de China sean perjudiciales para el desarrollo económico o político de América Latina. La inversión cubre una importante brecha de las necesidades de infraestructura de la región, y además se establece como un nuevo aliado que ayudará a impulsar sus economías y a posicionarse en el escenario global.
Hemos descubierto que si China quiere obtener un mayor éxito local con sus proyectos debería insertarlos en el seno de las comunidades locales y aumentar su comunicación y retroalimentación con la sociedad civil local (en lugar de aplicar un enfoque verticalista basado en negociaciones entre estados). Estas empresas deberían mejorar las previsiones financieras y el presupuesto para minimizar la divergencia entre los costos estimados y los costos finales.
Sería positivo que las empresas chinas también minimizaran el impacto que suelen significar los obstáculos típicos de los proveedores “tardíos” de bienes de capital complejos: sistemas de innovación poco desarrollados; cadenas de suministro locales anticuadas y falta de experiencia en la coordinación de redes industriales. Al hacerlo, podrán superar el modelo de integración vertical que se caracteriza por el control de toda la cadena de suministro de la empresa y privilegios a los socios y proveedores locales en China.
Es probable que las preocupaciones ambientales y laborales continúen. Sin embargo, las naciones anfitrionas deben actuar con mayor transparencia, competencia y solidez en lo que respecta a los principios de la legalidad. A su vez, China puede mejorar e incrementar el financiamiento, la planificación y la gestión en la región al asociarse con instituciones como el Banco Interamericano de Desarrollo y el CAF (Banco de Desarrollo de América Latina). Las empresas chinas pueden mejorar su performance en el cumplimiento de los estándares laborales y ambientales.
China está llenando el vacío existente como una fuente de inversión muy necesaria. No existe evidencia de que la construcción de carreteras, ferrocarriles y puertos en ALC represente una amenaza para la integración regional o para las alianzas internacionales tradicionales como EE.UU y Europa. Las empresas chinas tienen la oportunidad de obtener una valiosa experiencia operando en ALC, una región con estándares legales relativamente mejores que otros lugares en los que opera China, como es el caso de África.
Las alianzas estratégicas entre China y ALC no se basan en la afinidad ideológica, como lo demuestran las continuas relaciones con el presidente argentino Mauricio Macri, el brasileño Michel Temer y el chileno Sebastián Piñera. Estos países, además de otros a los que nos referimos por nuestro trabajo, no han colocado en riesgo su situación macroeconómica luego de recibir financiamiento e inversión china (en nuestro libro, no hemos tocado el caso de los acuerdos de petróleo relacionados con el préstamo de Venezuela).
No podemos subestimar la importancia de la BRI. La enorme cantidad de países que se estarán comunicados, es decir, Asia, África, Europa y Oceanía, han obtenido beneficios trascendentales en áreas de vital importancia tales como el comercio, la energía, el transporte y la infraestructura. A medida que recopilemos mayor evidencia sistemática sobre la participación de China en el desarrollo de infraestructura en ALC, podremos mejorar nuestro conocimiento sobre su impacto a lo largo de toda la región. Esto es importante para evitar evaluaciones superficiales y sesgadas de poca pertinencia a la hora de comprender lo que se ha transformado en una relación vital.
Fuente: https://dialogochino.net/11437-chinese-infrastructure-in-latin-america-a-new-frontier/?lang=es