Un estudio realizado por el Observatorio Boliviano para la Industria Turística Sostenible (Órbita) plasmó diferentes datos y comparativas respecto a la situación del turismo en Bolivia, entre ellas la inversión que se realiza en este sector. En promedio anual, de acuerdo con las cifras de 2016 a 2019 (con base en información del Ministerio de Economía y Finanzas), se invirtió 432 millones de dólares en hidrocarburos y minería, mientras que en turismo sólo se llegó a 7,8 millones de dólares.

Este presupuesto no se refleja en resultados óptimos respecto a los empleos generados por cada sector: en minería se propician 114.365 trabajos formales para varones y 10.225 para mujeres, haciendo un total de 124.590. En hidrocarburos son 3.535 empleos para varones y 357 para mujeres, haciendo un total de 3.892. Y, en turismo, 45.219 empleos para varones y 144.650 para mujeres, sumando 189.869 fuentes de ingresos, lo que deja entrever que los distintos niveles de gobierno aún no han tomado una conciencia real del potencial del sector turístico en Bolivia.

En cuanto a exportaciones, el estudio concluyó que en 2019 la minería generó 3.786 millones de dólares, porque tiene más libertades económicas, paga menos impuestos y tiene menos burocracia en el sistema financiero; los hidrocarburos generaron 2.784 millones de dólares que sirvieron para compensar el subsidio; y el turismo, afectado por la pandemia y problemas socio políticos, generó 799 millones de dólares.

Con base en esos dos indicadores, se calculó el ratio, es decir, por cada dólar que ponen los bolivianos en cada una de esas actividades ingresa: en hidrocarburos 4 dólares, en minería 27 dólares y en turismo 92 dólares.

“Nosotros venimos en respuesta al modelo actual (extractivista) que tiene nuestro país. Bolivia tiene muchos países fronterizos y mucho potencial, pero tiene la maldición de las materias primas, dependemos mucho de los recursos naturales no renovables”, sostuvo el gerente de Órbita, Andrés Aramayo, quien explicó que a pesar de que a nivel internacional el precio del oro es “bueno”, en Bolivia no se puede controlar el contrabando de este mineral; y en hidrocarburos, a pesar de que hay demanda extranjera, este país no tiene suficiente gas para vender.

Asimismo, manifestó que los recursos no renovables se acaban y el modelo económico actual sólo ha empujado a la población a la informalidad, donde la gente busca empleos de pésima calidad para subsistir. “Y lo último es que es insostenible, somos una economía que quema 800 mil hectáreas de bosque tropical chiquitano cada año, que contamina con mercurio los ríos, no nos acogemos a las normas ambientales, no respetamos absolutamente nada, todo en nombre del desarrollo social y económico”, lamentó.

Indicadores

Frente a esta situación, Aramayo presentó una serie de indicadores referidos al sector turístico, por ejemplo, dijo que hasta 2019, en los últimos 13 años el turismo creció en un 10% y sin apoyo del Gobierno nacional, cuando el Producto Interno Bruto (PIB) sólo creció entre 3% hasta 4,5% en el mejor año.

Indicó que el turismo es el número uno respecto a exportación de servicios; y es el quinto generador de empleos formales, de los cuales el 72% de empleos formales están ocupados por mujeres. “De estos 100 mil empleos, 72 mil son mujeres y de esas, entre 53 mil y 55 mil empleos eran cabezas de hogar, eso quiere decir que esos hogares dependían en su totalidad de este ingreso”, analizó.

No obstante, durante la pandemia, el 65% de industria turística decreció y se perdieron 100 mil empleos formales, que también podría traducirse, para una mejor comprensión, en la pérdida de fuentes formales de toda Cobija o de Oruro y Potosí juntos, reflexionó Aramayo.

Modelo de acción

Órbita propone un modelo de acción basado en tres pilares fundamentales: el primero es la inteligencia, en la que se pretende trabajar con la economía creativa o economía naranja, pero además con la tecnología para poner en la nube los destinos turísticos existentes. Asimismo, se prevé elaborar una base de datos para trabajar con instituciones públicas y privadas.

El segundo elemento es la acción, que busca promover actuaciones sostenibles para evitar que la afluencia de turistas sin control destruyan los destinos turísticos, tal como pasó con el glaciar de Charquini en La Paz; y por otro lado, para que existan las condiciones adecuadas en los centros turísticos. Por ejemplo, Copacabana no tiene la capacidad de alcantarillado ni un sistema de residuos para que llegue una gran cantidad de visitantes, dijo.

El tercero es la conexión para hacer alianzas y articulaciones con otras instituciones públicas y privadas, para mejorar la inversión y el dinamismo turístico.

En este sentido, la Cámara Hotelera de La Paz propone crear un mensaje para generar conciencia en la población civil de que el turismo tiene un gran potencial económico para el país, pues están en puerta 4,5 millones de turistas, quienes llegan a Cusco, Perú, y que pueden pasar a Uyuni a través de La Paz, generando para Bolivia importantes ingresos económicos.

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