EnergyPress • ¿Y si en lugar de subsidiar el precio de la gasolina, subsidiamos la compra de automóviles?

Es menos costoso subsidiar la compra de un automóvil que la compra de gasolina. El Estado podría ayudar a la compra de automóviles nuevos (para los usuarios finales) con el compromiso de que los flamantes dueños compren la gasolina (diésel oíl, GNV) a precios no subsidiados.

Bajo el aburridísimo título de “Subsidies and Time Discounting in New Technology Adoption: Evidence from Solar Photovoltaic Systems” los señores Olivier De Groote y Frank Verboven muestran las bondades de subsidios “upfront” en lugar de subsidios a la producción futura. Ni yo entiendo lo que acabo de escribir, así que mejor vamos por otro lado.

Aplicando el caso de estudio de estos autores al autotransporte en Bolivia, surgiría una propuesta que va más o menos así: es menos costoso subsidiar la compra de un automóvil que la compra de gasolina. Es decir, el Estado podría ayudar a la compra de automóviles nuevos (para los usuarios finales) con el compromiso de que los flamantes dueños compren la gasolina (diésel oíl, GNV) a precios no subsidiados.

En un momento en el cual las finanzas públicas bolivianas se encuentran en aprietos y la gente muy difícilmente aceptará la eliminación inmediata de los subsidios a los precios de la energía, toda propuesta que intenta destrabar el actual enredo es bienvenida, aunque sea una propuesta como ésta, diseñada por “econs”, a decir de Richard Thaler.

Vamos por el lado positivo, veamos algunas posibles bondades de un mecanismo de esta naturaleza:

  1. La primera y muy obvia, permite levantar el subsidio a los precios de los derivados del petróleo de forma progresiva a medida que el parque automotor se renueva.
  2. Haciendo los cálculos adecuados, esta propuesta podría ser menos costosa que el subsidio que entrega actualmente el Estado a los consumidores de derivados del petróleo.
  3. Levantar el subsidio a los precios de los derivados del petróleo ayudaría a la introducción de nuevas energías, llamadas renovables, como los biocombustibles y la energía solar; ello para los amigos del medio ambiente.
  4. Se renueva el parque automotor con vehículos más eficientes y, probablemente, más seguros.
  5. Es posible dialogar con los sindicatos de transporte, liviano y pesado, para lograr soluciones que beneficien a ambas partes.

Ahora vamos por lo que nos gusta a los seres humanos, las críticas o, en lenguaje más diplomático, los contras:

  1. En un mundo perfecto, un mundo lleno de “econs”, donde todas las personas son buenas, velan por el bienestar del prójimo, cuidan el medio ambiente, cuidan las finanzas públicas, desean ciudades menos caóticas, este mecanismo funcionaría como un “dije”. Lastimosamente no vivimos en ese mundo, no estoy seguro de que nuestras instituciones (débiles como son) puedan controlar a los malos (así como “Pete” el malo de la vieja revista Pato Donald) que ante un mecanismo de esta naturaleza ya comenzarían a frotar las manos.
  2. Ciertamente el costo fiscal de esta medida sería alto, no es lo mismo subsidiar el consumo de gasolina que la compra de un automóvil. Quizás planes progresivos y financiamientos parciales podrían ayudar; sin embargo, no cabe duda del importante costo fiscal asociado a esta medida.
  3. Si bien en teoría esta medida no debería incrementar los costos de transporte, dado que los costos de operación de “maestrito” no debieran incrementarse, ya que, si bien paga una gasolina más cara, no debe pagar la cuota al banco. En la práctica ello quizás no se presente, sobre todo en el mercado secundario de automóviles.
  4. La afirmación previa me lleva al siguiente problema: el control de la reventa de automóviles por parte de los malos de los que hablé hace un momento. Debiera existir un mecanismo que permita vincular a los automóviles adquiridos con este programa, a los precios de la energía no subvencionados.

El ejercicio mental propuesto en este artículo parte de la reflexión que me hizo un amigo el otro día:
“Mauricio, entonces tú propones eliminar los subsidios a la gasolina ¿sin dar nada a cambio a las personas? … suerte con ello”

Y tiene razón, a las personas (en general) no les interesa la salud fiscal, el déficit de cuenta corriente, la baja producción de hidrocarburos, el tráfico que se genera con precios de la gasolina subsidiados, el daño al medio ambiente, la poca eficiencia energética que se alcanza con los subsidios; lo primero que las personas vemos… sí me incluyo en el grupo, es nuestro bolsillo. Es positivo “dar” algo a las personas a cambio de la eliminación del subsidio.

Si a usted esta propuesta no le parece adecuada le invito a reflexionar sobre otras, pero hágalo rápido, porque a este paso y cómo va la producción de hidrocarburos, en 10 o 20 años más ya no habrá nada que subsidiar, porque nuestra producción será muy cercana a cero. Esa pobre gallina, la que tanto nos ayudó con el oro pasado, ahora necesita nuestra atención.

Fuente: EnergyPress