Diálogo Chino • La batalla de los burros
Desde noviembre, cuando una decisión judicial prohibió el abatimiento de burros – también denominados asnos — en el estado brasileño de Bahía, el restaurante de José Bispo dos Santos, de la ciudad de Amargosa, está vacío. La mayoría de los clientes de Santos, o Zeca de Patrão, como lo llaman los amigos, trabajaba en el matadero de la ciudad y perdió su empleo.
El matadero Frinordeste existía desde junio de 2017, luego de que, como parte de una negociación internacional entre diplomáticos brasileños y chinos, el abatimiento de asnos fuera regulado en Bahía. Los chinos utilizan el cuero de burro para fabricar ejiao, un remedio que supuestamente combate desde el envejecimiento hasta la falta de apetito sexual femenino. Los chinos también consumen la carne del animal.
Pero apreciar una hamburguesa de asno, algo muy habitual en las calles de Beijing, es algo impensable para el bahiano Zeca. A pesar de los prejuicios — además de la caída en el número de clientes del restaurante, Luiz Fernando da Cruz, su hijo, fue uno de los que perdieron el empleo en el frigorífico —, él está en contra del abatimiento, que ahora está prohibido.
“El trabajo de los burros constituyó una ayuda muy importante para mis antepasados”, afirma. “Aquí la gente le es fiel al borrico”.
Los asnos se encuentran en el centro de una batalla judicial que muestra cómo las diferencias culturales pueden tener peso en cuestiones ligadas al comercio internacional, y cómo la avidez china por el ejiao provoca temores en todo el mundo de que la extinción del asno se transforme en una amenaza real.
La demanda china de importación de cuero está creciendo. A pesar de que el país produce 1.800.000 pieles por año, su consumo es de casi 4 millones. Por este motivo, China comenzó a comprar cuero de burro de diversos países en desarrollo. La prohibición de noviembre hace que el país se transforme en el último de una lista de más de 15 países, ubicados mayormente en África, que prohibieron el abatimiento de asnos.
Pero, contrariamente a Zeca, en Brasil, los que lucran con el abatimiento de burros ni piensan en desistir de la batalla.
Unas cuentas que no cierran
Todo comenzó con un documento administrativo publicado por la Agencia de Defensa Agropecuaria de Bahía, ADAB. El documento, de solamente nueve artículos, podría haberse perdido entre los tantos otros publicados en el Boletín Oficial del 29 de junio de 2016. Pero no fue así. Al reglamentar el abatimiento de asnos, mulas y burdéganos en todo el territorio bahiano, esos pocos artículos metieron la mano en el avispero y se transformaron en una mecha en la agresiva batalla jurídico-económico-ética.
La pretensión del documento era resolver un problema histórico: el de los animales errantes que, “además de provocar accidentes viales, podrían servir como agentes de diseminación de enfermedades”.
A pesar de ser considerados como símbolos del Nordeste, en los últimos tiempos los animales venían sufriendo un largo abandono, al ser reemplazados por un medio de transporte mucho más rápido, aunque menos amigable: la motocicleta. En el estado de Ceará, el problema se transformó en algo tan grave que el departamento de tránsito frecuentemente debía enviar a sus equipos a recoger los animales abandonados para evitar accidentes de tránsito. Apenas durante el último feriado de año nuevo,115 burros fueron rescatados.
Pero la acción administrativa significaba algo más que una respuesta a un nuevo problema social. Ésta daba luz verde al inicio de un proyecto que se venía articulando entre empresarios y el gobierno bahiano hacía años: la exportación de carne y cuero de asnos hacia China. Se trata de un negocio que, según Katia Abreu, entonces ministra de agricultura, podría llegar a rendir aproximadamente 3 mil millones de dólares. La articulación existía por lo menos desde 2012, cuando China y Brasil firmaron un acuerdo comercial sobre asnos.
Unos días después de la entrada en vigor de la circular, la empresa FrigoCezar, del municipio de Miguel Calmon, Bahía, empezó a realizar el abatimiento. Sólo en la primera semana, aproximadamente 300 burros fueron abatidos. Un año más tarde, el 26 de junio de 2017, en una solemnidad que hasta contó con la presencia de Rui Costa, gobernador de Bahía, se inauguraba el frigorífico Frinordeste, vecino del restaurante de Zé do Patrão.
El emprendimiento, llevado a cabo en colaboración con los chinos, empezó a funcionar y generó 150 puestos de trabajo directos y 270 indirectos. A eso se sumaba la expectativa de producir y exportar 300 toneladas de carne por mes hacia el mercado asiático.
Frinordeste es una sociedad formada por una empresa brasileña y dos socios chinos: Zhen Yongwei y Ran Yang. Ambos residen en China y no pudieron ser ubicados por nuestros reporteros, quienes también intentaron entrar en contacto con su representante legal en nuestro país, sin obtener respuesta.
En la misma línea de Frinordeste, dos frigoríficos más comenzaron a abatir asnos en Bahía: Cabra Forte, en la localidad de Simões Filho, y Sudoeste, en Itapetinga. El primero lo hizo en diciembre de 2017 y el segundo en agosto de 2018.
Del punto de vista económico, la incipiente cadena productiva funcionaba bien. Si sumamos los tres frigoríficos, los únicos en todo Brasil autorizados para realizar el abatimiento de burros y según datos provistos por el gobierno de Bahía, se crearon 376 empleos directos y 1.360 indirectos. Además, la cadena productiva generaba empleo e ingresos a más de 500 productores, vaqueros y ayudantes que participaban de la recolección de asnos abandonados en las diversas regiones del estado.
Pero estos argumentos no convencieron a los defensores de los animales, que están organizados a nivel global. Después de responder sin éxito al documento administrativo de 2016, siguieron protestando y, principalmente, luchando en la justicia. Hasta que, el 30 de noviembre de 2018, la jueza Arali Maciel Duarte, del 1er Juzgado Federal de Salvador, le concedió una medida cautelar y prohibió el abatimiento de asnos en todo el territorio de Bahía.
La decisión resultó en una acción civil pública contra la Unión y el Estado de Bahía, realizada por la Unión Defensora de los Animales denominada “Bicho Feliz”, por la Red de Movilización por la Causa Animal, por el Foro Nacional de Protección y Defensa Animal, por SOS Animales de Calle y por el Frente Nacional de Defensa de los Burros.
Un hecho fue decisivo para que la jueza Arali Maciel suspendiera el abatimiento de asnos. El 4 de septiembre de 2018, más de 200 animales se encontraron muertos, probablemente de hambre y de sed, en un establecimiento agropecuario de la zona rural de Itapetinga, Bahía.
El lugar era utilizado como espacio para confinar burros antes de enviarlos a ser abatidos en el Frigorífico Sudoeste. El caso tuvo una amplia repercusión en los medios y chocó a la opinión pública bahiana.
En su argumentación, la jueza se refiere a los malos tratos sufridos por los animales en su “captura”, transporte y, principalmente, en su confinamiento. Además, la magistrada se mostró preocupada por cuestiones de salud pública. Al no haberse cumplido todas las exigencias legales durante el proceso de abatimiento de los animales, afirmó que éstos podrían llegar a transmitir enfermedades.
Rápidamente, utilizando datos provistos por el Consejo Regional de Veterinaria y por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), la jueza construyó su principal argumento: el plan de las nuevas empresas, que incluía abatir 200.000 ejemplares por año, podría ocasionar la extinción de los burros nordestinos.
“Estimando que, en la región del Nordeste, la población actual es de 600.000 animales, y considerando el ritmo del abatimiento, ¡en los próximos cuatro años, la población de asnos nordestinos se extinguirá”, escribió.
El gobierno de Bahía, a través de la Procuraduría General del Estado, intentó derribar la cautelar y restablecer el abatimiento de burros. En su argumentación, Marcos Sampaio, Procurador General del Estado, afirma que la jueza extralimitó su competencia administrativa al mandar paralizar toda una cadena productiva relevante “producto de acuerdos privados y de compromisos públicos internacionales” asumidos por el gobierno de Bahía.
Para el procurador, la prohibición del abatimiento nada haría para dirimir la crisis que mataba los burros de hambre y de sed. “Cuando un agente económico o público comete una irregularidad, no se puede ordenar la prohibición de la actividad desempeñada, se debe exigir que se corrija la actitud”.
La decisión se mantuvo en segunda instancia. Pero la batalla legal sigue.
Negocio estancado
Mientras las entidades protectoras de los animales festejan su victoria parcial ante la Justicia Federal, los empresarios contabilizan las pérdidas. Todavía es difícil dimensionar su tamaño. Una gran parte de la cadena productiva de carne y cuero de asnos carece de transparencia.
Entre las empresas, la regla es el silencio y la falta de claridad en la conducción de los negocios. Para hacerse una idea, de los tres frigoríficos autorizados, sólo el de Simões Filho tiene página de internet y un canal de comunicación con los clientes.
Datos del Ministerio de Agricultura relevados por el diario Correio da Bahia señalan que los tres frigoríficos autorizados para el abatimiento de burros exportaron hacia Vietnam y Hong Kong, en 2018, más de 25.000 toneladas de carne y cuero de “caballos, asnos y mulares”, con ingresos aproximados de 40 millones de dólares.
Reginaldo Filho, propietario de Cabra Forte, ubicado en Simões Filho, se dedica al abatimiento de animales desde 1997, cuando su familia adquirió el frigorífico que en esa época operaba con bovinos y porcinos. En 2015, realizó un estudio para certificar la viabilidad económica del abatimiento de équidos (asnos, mulares y burdéganos), llegando inclusive a visitar China. En diciembre de 2017, luego de obtener autorización del Servicio de Inspección Federal, comenzó a operar.
En el momento en que llegó la prohibición, Cabra Forte venía abatiendo cerca de 200 burros por día, de lunes a viernes, y poseía capacidad instalada para llegar a 500. Con ese objetivo, contaba con 180 empleados, 120 de los cuales perdieron su empleo luego de la decisión de la justicia. Según Reginaldo, para llevar a cabo el proyecto hubo una inversión total de 1.500.000 dólares.
Luego de funcionar durante un año, el negocio liderado por Reginaldo todavía no daba ganancias. Con la exportación de cuero y carne de asnos, se preveían ingresos por un promedio de R$ 370 por animal abatido. El problema es que, por cuestiones “burocráticas” (faltaban algunos certificados), Cabra Forte no lograba vender directo hacia China, debía negociar con empresas provenientes de Hong Kong y Vietnam que actuaban como intermediarias. En el caso de haber exportado directo hacia China, tal como lo hacía el frigorífico de Amargosa/BA, los ingresos subían a R$ 870 por animal. “Había una luz al final del túnel”, se lamenta Reginaldo.
A los importadores chinos lo que más les interesa es el cuero. A éste se le extrae una sustancia que sirve como principio activo para fabricar el ejiao. Su precio y popularidad vienen se incrementado en los últimos años. Actualmente, una caja de 250 gramos del producto cuesta aproximadamente 180 dólares.
Más allá de la exportación de carne y cuero de burro, la prohibición también perjudicó otro proyecto que impulsaba el frigorífico Cabra Forte. Inspirado en lo que vio cuando visitó China, Reginaldo se estaba preparando para inaugurar un centro de equinoterapia que iba a atender a niños con necesidades especiales, utilizando los animales que no hubieran pasado la selección para el abatimiento.
Además de obtener una fuente extra de recursos y de aprovechar los animales que no hubieran pasado la selección (por bajo peso o por estar preñados), el centro también hubiera funcionado como un proyecto social de la empresa, que iba a ofrecer atención gratuita a niños de las comunidades vecinas del frigorífico.
Reginaldo Filho no está de acuerdo con la prohibición del abatimiento, pero prefiere evitar polémicas. “Está todo en el proceso”. Asimismo, se queja de que la decisión judicial se está demorando. En su opinión, eso genera inseguridad en quienes desean invertir en el negocio. Reginaldo resalta que cumple con todas las normas y que está pagando por los errores que otros cometieron. “Deberían castigar únicamente a los que hicieron algo mal”.
Es malo para los empresarios y mucho peor para los trabajadores y pequeños comerciantes que prosperaron con los frigoríficos. Por ejemplo, en Amargosa, aproximadamente 150 personas perdieron su empleo debido a la paralización de las actividades de Frinordeste, incluyendo al hijo de Zeca do Patrão, dueño del restaurante local. Otros 270 puestos de trabajo indirectos también se perdieron.
Lucas Oliveira, de 23 años de edad, es uno de los que fueron directamente afectados por la prohibición del abatimiento. Lucas trabajó como auxiliar de deshueso durante un año y medio. Durante ese tiempo, al haber obtenido por primera vez un trabajo con beneficios laborales, tuvo un hijo e hizo muchos planes para el futuro. Hace cuatro meses que vive de trabajos informales y del seguro de desempleo. “Sólo yo sé la falta que hace. Pero tenemos esperanza de que vuelva”.
Nuestro hermano
En la polémica decisión de la jueza Arali Maciel Duarte, un párrafo que no fue cuestionado por ninguna de las partes es el que resalta la importancia que el burro tiene para la población nordestina:
“La población brasileña, en especial la nordestina, respeta y reconoce la importancia histórica y social de los asnos”, escribió. “Históricamente, los burros han hecho una contribución incalculable para el desarrollo de nuestro país, y principalmente del Nordeste.”
La jueza llama la atención sobre las estatuas de asnos que existen en los estados nordestinos, y sobre las canciones que los homenajean. El nombre de una de las canciones, de Luiz Gonzaga, tal vez resuma el sentimiento que muchos nordestinos tienen por el animal: “Apología al burro (El burro es nuestro hermano)”.
No existían encuestas de opinión confiables sobre el tema. Pero el rechazo del nordestino por el abatimiento de asnos ha quedado claro en el apoyo dado a las manifestaciones promovidas por las organizaciones de defensa de los animales y también en los comentarios de las redes sociales. A excepción de aquellas personas involucradas directamente en la cadena de producción, todas las que se manifestaron ante nuestros reporteros estaban en contra de su abatimiento.
Al prohibir el abatimiento, la jueza no se alejó de la cuestión cultural. Para la mayoría de los brasileños que nacieron en la región Nordeste, la relación con el asno es una mezcla de religiosidad, gratitud y estima.
Originario del norte de África, el burro – un animal fuerte y resistente – se adaptó perfectamente al clima árido predominante en el Nordeste brasileño. Desde hace mucho tiempo, el nordestino considera al animal “que llevó al niño Jesús en el lomo” como un aliado para los trabajos de arar la tierra, cargar agua o tirar del carro.
En una entrevista publicada en el portal del Instituto Humanitas Unisinos, Kátia Lopes, doctora en ciencia animal y socia fundadora de la ONG Defensa de la Naturaleza y de los Animales, de la localidad de Mossoró/RN, sintetizó ese sentimiento: “En la formación de nuestra civilización hay mucha gente que dice que fue en el lomo de un asno que la nación nordestina nació. Es el símbolo de la resistencia de nuestra región.”
Al resaltar el compañerismo que existe entre los burros y los trabajadores en el nordeste, la jueza Duarte dejó escapar un llamado de atención para la cultura china:
“Juntos pasaban hambre, sin embargo, jamás pensaron en la posibilidad de incluirlos en el papel de alimentos.”
La guerra de Canudos
El escenario era de guerra. Cuando los fiscales de la Agencia de Defensa Agropecuaria de Bahía y de la Secretaría Municipal del Medio Ambiente llegaron a la estancia Santa Rita, en Canudos, sertón del estado, encontraron alrededor de 200 burros muertos. Aproximadamente 800 animales más, que parecían estar desnutridos y deshidratados, seguían confinados en forma ilegal en el lugar. El escenario fue revelado el día 1° de febrero de 2019, dos meses después de que la Justicia Federal hubiera prohibido el abatimiento de burros.
Según el informe realizado por la fiscalización, los animales serían destinados al abatimiento en Ias ciudades bahianas de Itapetinga y Amargosa. La suspensión de las actividades tomó por sorpresa a los responsables del confinamiento y transporte de los burros, dos chinos cuyos nombres no fueron revelados. Sin destino, los animales fueron abandonados.
Debido a los malos tratos recibidos, los burros siguieron muriendo en la hacienda Santa Rita. Actualmente, sólo siguen vivos aproximadamente 420. En una entrevista realizada en forma telefónica, la bióloga Patricia Tatemoto contó que existe el riesgo de que se produzcan más muertes debido a una enfermedad metabólica conocida como hiperlipemia, una secuela de las condiciones adversas. Patricia es la única representante en Brasil de la ONG británica The Donkey Sanctuary que actúa a nivel global en la defensa de los asnos.
The Donkey Sanctuary forma parte, junto con otras entidades, del Frente Nacional de Defensa de los Burros. Por determinación de la justicia, dichas entidades ahora tienen la tutela de los animales y son responsables por su manutención. El problema es que dicha manutención tiene un costo elevado y necesita de recursos de los cuales carecen.
Para tener una idea, el gasto diario solamente en alimentación de los sobrevivientes es de R$ 890, sumado a otros gastos (veterinario, remedios), lo que da aproximadamente R$ 50 mil mensuales. Se inició una campaña de financiamiento colectivo en la plataforma Catarse con el objetivo de recaudar fondos. Hasta el momento, se consiguió sólo el 11% de la meta establecida.
Fuente: https://dialogochino.net/28166-brazils-controversial-donkey-slaughter-ban/?lang=es