Diálogo Chino • Demanda de carne vincula a China con deforestación en el Amazonas
A pesar de ser una de las ciudades más importantes de la Amazonia brasileña, Porto Velho todavía tiene aires pueblerinos. En el centro urbano del corazón del estado de Rondonia no se observa mucho tránsito, y el comercio aún es escaso. El crecimiento de la población es lento. En una década, pasó de 428 mil a los actuales 530 mil habitantes.
Sin embargo, existe otra población que crece a un ritmo mucho más acelerado: la del ganado bovino. A pesar de que las vacas y los humanos comenzaron la década en niveles cercanos, en Porto Velho hoy hay dos cabezas de ganado por habitante.
El escenario se repite en toda la Amazonia. Datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) muestran que la región norte del país, donde se concentra la mayor parte de los estados del bioma, experimentó el mayor crecimiento de cabezas de ganado del país. Creció un 22%, en comparación con el 4% promedio del resto del país, como muestra el nuevo mapa de ganadería en Brasil realizado en colaboración entre Infoamazonia y Diálogo Chino.
El motor es la demanda. Cuando hay más dinero en el bolsillo, las familias de todo el mundo – en especial en los países en desarrollo – consumen cada vez más carne.
China, el destino final de más de un tercio de la carne que se produce en Porto Velho, es un ejemplo de eso. En la última década, el país pasó a consumir un 30% más de carne. Por más que el chino promedio consuma casi diez veces menos carne que el brasileño, el tamaño del país hace que los hábitos de consumo de sus habitantes tengan un impacto tremendo.
El mayor consumo de carne en el mundo trajo prosperidad a los hacendados de Rondonia. Un ejemplo de eso es Adélio Barofaldi, CEO del grupo Rovema, un grupo empresarial que posee la cadena de concesionarios de camiones y automóviles más importante del estado e invierte en el sector de energía y ganadería. En la actualidad, Barofaldi preside la Asociación de Propietarios Rurales de Rondonia (Appro).
“Nosotros ocupamos el quinto lugar entre los productores de carne de Brasil, con un 70% del área preservada”, afirma orgulloso el ganadero, en su oficina de Porto Velho.
Pero su sector también se ha transformado en un poderoso motor de deforestación, Rondonia fue uno de los estados más perjudicados por las quemadas de este año. Cuanto mayor es el éxito de los ganaderos locales, mayor es el valor de la tierra con pastizales de la región, un verdadero incentivo para que los vendedores de títulos falsos transformen más selva tropical en pastizal.
Este desordenado proceso de ocupación de tierras afecta unidades de conservación, tierras indígenas e incluso a el Amazonas, estado vecino de Rondonia. En la región sur, en especial en el distrito de Santo Antonio do Matupi y en el municipio de Apuí, la frontera agropecuaria está avanzando como consecuencia de la venta de títulos de propiedad falsos, robo de madera y apertura de pastizales realizada con quemadas ilegales. Este ciclo es denominado por investigadores y ambientalistas de “rondonización” (en portugués, “rondonização”).
Según la última Encuesta de Ganadería Municipal (PPM en su sigla portuguesa) realizada por el IBGE, en apenas quince años, el rebaño de ganado bovino de Porto Velho creció un 145%. En 2018 había 1,04 millones de cabezas, contra 426 400 de 2004. Hoy en día, la capital de Rondonia es el tercer municipio en importancia de la Amazonia Legal. Y el quinto en todo el país.
El municipio ejemplifica cómo, detrás del acelerado crecimiento experimentado por la ganadería, generalmente hay deforestación. Un nuevo análisis del flujo de comercio internacional ocurrido entre los años 2015 y 2017 revela que la carne exportada por los frigoríficos de Porto Velho tiene conexión directa con la tala de selvas nativas.
El municipio fue señalado como la localidad que corre el mayor riesgo de deforestación en la cadena exportadora de carne de todo Brasil.
Trasparencia en la cadena
La iniciativa Trase, un consorcio de investigadores que se dedica a estudiar el impacto de los commodities, indicó en su más reciente informe – Mapping the deforestation risk of Brazilian beef export – que la exportación de carne bovina brasileña, estimada en 1,4 millones de toneladas, genera la deforestación de entre 65 y 75 mil hectáreas anuales.
De ese total, 22 mil hectáreas fueron atribuidas a exportaciones realizadas hacia China, siendo que una gran parte (18 mil hectáreas), tendría conexión con cargas enviadas a Hong Kong, principal destino de la carne que se produce en Brasil.
El informe explica que la mayor parte de las talas – un 52% – se lleva a cabo en la Amazonia. Por esta razón, las exportaciones que se realizan a través de Hong Kong estarían más expuestas al riesgo de deforestación. En el caso de China continental, al obtener la mayor parte de su provisión de frigoríficos de la región del Cerrado, realiza importaciones con un lastre menor de posibles deforestaciones.
Desde 2015, cuando las autoridades sanitarias del gobierno chino aprobaron la entrada de carne brasileña después de una prohibición de años, los negocios se fueron a las nubes. Sumando la importación de Hong Kong y de China continental, el país realiza el 38,2% del total de las compras de frigoríficos brasileños. Recientemente, 17 nuevos frigoríficos fueron aprobados por las autoridades chinas como proveedores de carne de su país, más de la mitad de los cuales están localizados en Amazonia.
“China es el mayor mercado. Seguramente están expuestos (al riesgo de deforestación)”, afirma Erasmus zur Ermgassen, investigador de la Universidad de Louvain (Bélgica), que trabaja en el Trase.
Él relata que, para crear el índice de riesgo de deforestación, el equipo de investigación revisó los contratos de importación de años anteriores (2015 a 2017) con el objetivo de identificar los frigoríficos de origen de las exportaciones. A partir de esta información, se hizo un cruce de datos de deforestación a nivel municipal, tomando en cuenta las superficies de selvas convertidas en pastizales y el radio de actuación de los frigoríficos.
Aunque el análisis de los datos más recientes todavía se encuentre el curso, Ermgassen afirma que no existe ningún indicio de que las cosas hayan mejorado. Por eso, el análisis de los años anteriores podría considerarse como un indicador de la magnitud de la existencia de deforestación en la producción de la Amazonia, e incluye el nombre de las empresas, de los traders y, finalmente, de los países importadores.
El investigador es optimista en lo concerniente a que el sector privado adopte el indicador de Trase, dado que el mismo indicador posibilitó que las presiones que soporta la selva se tradujeran en cifras:
“Con este análisis, hemos demostrado que se puede cuantificar la incidencia de la deforestación de cada una de las cargas que se exporta”.
A pesar de la evidente correlación existente entre las exportaciones de carne y la deforestación, las empresas chinas no parecen prestarle atención a eso.
Al comienzos de este año, Trase ya había identificado empresas chinas con un gran potencial de influencia dentro del mercado brasileño. Pero una investigación realizada en los sitios de las empresas revela que no se mencionan acciones de sostenibilidad. Mientras que solo algunas manifestaron su preocupación por cuestiones sanitarias y por la contaminación, ninguna parece prestarle atención a la amenaza que esto significa para las selvas.
Instrumentos de seguimiento
Hace ya una década, investigaciones encabezadas por el Ministerio Público Federal han demostrado que existen conexiones entre el sector de la carne y actividades de venta de terrenos con títulos falsos, quemadas y deforestación. Las empresas de mayor exposición asumieron el compromiso de regular el sector.
El programa Carne Legal estableció un Acuerdo de Ajuste de Conducta o TAC (en portugués, “Termos de Ajustamento de Conduta”) a partir de 2009, con el objetivo de forzar a los frigoríficos a cumplir las exigencias de trazar todo el ciclo de vida del ganado. Además, en ese mismo año, Greepeace logró que los cuatro mayores productores de carne del país se comprometieran a promover la deforestación cero en la cadena productiva.
Sin embargo, parece que todos estos instrumentos no son suficientes. A pesar de que los acuerdos de la carne ya cubren un 80% de las exportaciones, la trazabilidad total de la cadena del ganado todavía no está garantizada.
Recientemente investigadores, de organizaciones como Greenpeace y Imazon, que hacen un seguimiento del sector, señalaron que hubo una reducción en la transparencia y que han tenido dificultades para entrar a los certificados de transporte de ganado en la base de datos del gobierno federal, y también a la actualización de los sitos creados por las mismas empresas.
El principal problema que señalan tanto las empresas como los productores e investigadores del sector es la elevada movilidad de los rebaños. La naturaleza del negocio indica que los novillos nacen en una hacienda y son engordados en otros lugares antes de llegar al matadero y, finalmente, al frigorífico. Pero, a menudo, se ha comprobado que existen prácticas de triangulación para legalizar rebaños que en algún momento ocuparon pastizales crecidos en áreas de deforestación ilegal.
Paulo Barreto, investigador del Imazon, que realiza un seguimiento de la actividad ganadera en la Amazonia desde hace décadas, señala que tanto a los productores como a los gobiernos les falta voluntad para instalar un sistema que permita trazar todos los eslabones de la cadena. La invisibilización de parte de los rebaños ante los sistemas de control redunda en ventajas económicas.
El investigador no tiene dudas de que existe una conexión directa entre la demanda china y el aumento de la deforestación. “En este sistema, lleno de agujeros, cualquier demanda adicional genera eso”.
Se asumieron algunos compromisos, por lo menos en el papel. Desde 2017, la Chinese Meat Association, que representa a 40 importadores de proteína animal de China, asumió un compromiso, mediado por la ONG WWF, en el cual se describen sus esfuerzos para disminuir el impacto sobre las selvas tropicales.
Ganaderos se oponen a las críticas
El ganadero Barofaldi insiste en que es necesario contar “la verdad sobre la Amazonia”, dando una opinión divergente a la de los titulares que invadieron los periódicos del mundo.
Según él, penalizar la deforestación es incorrecto, porque la legislación brasileña permite la tala del 20% de las propiedades rurales en la Amazonia.
“La fotografía (obtenida por satélite) no muestra si la deforestación es legal o ilegal”, afirma.
Barofaldi afirma poseer una superficie de 500 hectáreas en su hacienda que no va a deforestar. Según él, si lo hiciera ahora, corre el riesgo de ser penado.
Sin embargo, el productor admite que es necesario mejorar la eficiencia de la ganadería, mediante el manejo de pastizales y la intensificación de la producción.
En la Amazonia, el promedio del número de cabezas por hectárea es bajo: solamente una cabeza por hectárea. Pero esta cifra debería mejorarse y, según el productor, el objetivo es llegar a tener de siete a ocho cabezas por hectárea.
En Rondonia, según afirma Barofaldi, existe la tendencia a implementar más tecnología para la producción de ganado y granos para exportación. “Se podría duplicar el tamaño del rebaño de Rondonia sin aumentar la deforestación”.