ZaiChina • El gobierno chino y la “reconquista” de los chinos en el Perú (y América Latina)
Inmigración china al Perú e influencia cultural (soft power)
Durante décadas, la diplomacia china no ha destacado precisamente por su sofistificación. Había pocos funcionarios, pocos recursos y pocas prioridades. Al fin y al cabo, China no tenía demasiados intereses en el extranjero, menos aún en América Latina. Pero todo eso está cambiando a marchas forzadas.
Si durante el Maoísmo la prioridad era la batalla ideológica y en los años 90 los acuerdos comerciales, en el siglo XXI el abanico de la diplomacia china se ha ampliado. “Los embajadores de China en Perú fueron primero embajadores políticos; después embajadores económicos; y yo creo que recién con Huang Minhui [embajadora en Lima entre 2011 y 2015] empezaron a darle cierto énfasis al tema cultural”, resume Miguel Situ.
Y es aquí donde entran en juego las comunidades chinas en el exterior. Pekín es cada vez más consciente que su imagen, su capacidad de persuasión y su atractivo cultural (la llamada diplomacia pública o poder blando) son vitales para ampliar su poder político y económico.
En este contexto, la diáspora china en Perú se ha convertido en una herramienta más de su política exterior y la embajada de China en Lima ha comenzado a estrechar sus relaciones con la APCh y la Beneficencia. “Antes la embajada pensaba que toda esa gente no eran chinos; pero desde los años 90 han cambiado de actitud, han retomado el contacto con algunos descendientes y están jalando más personalidades para mejorar la imagen de China”, explica Isabel Lausent-Herrera, quien no duda en hablar de una “reconquista” de las comunidades sinoperuanas.
El poder de los chinos en el Perú
Esta nueva estrategia diplomática no se da sólo en Perú. Se calcula que hay entre 20 y 60 millones de descendientes chinos en más de 100 países. La principal institución que se encarga de relacionarse con ellos y sus asociaciones es la Oficina de Asuntos Chinos en Ultramar. Entre sus misiones está la defensa de los derechos e intereses de los chinos en el extranjero, la unión de la comunidad china y la promoción de intercambios culturales, científicos y económicos.
Durante los años 80 y 90, Pekín intentó seducirles para atraer remesas, inversiones y conocimiento hacia el gigante asiático. En la actualidad, su rol es importante para mejorar la visión que los locales tienen de China y en última instancia facilitar la llegada de empresas chinas.
Se da la casualidad de que desde 2013 la directora de la Oficina de Asuntos Chinos de Ultramar es Qiu Yuanping, licenciada en Filología Española y anteriormente destinada en la embajada de China en Argentina. En febrero de 2016 realizó una mediática visita a Lima donde se reunió con personalidades como Erasmo Wong y Luis Chang (presidente del Centro Cultural Peruano Chino), participó de una charla con los líderes de la Beneficencia y acudió al restaurante Royal para una cena tardía de Año Nuevo Chino. En declaraciones a la revista Integración (de la APCh), dejó claro que Pekín quiere jugar un nuevo rol dentro de la diáspora:
“Quiero decir a mis compatriotas que sus antepasados llegaron a Perú en momentos en que China estaba débil, aunque era un gran país. Pero ahora China se ha desarrollado y es el segundo país económicamente más fuerte del mundo. […] China ahora se ha convertido en un país del que pueden sentirse orgullosos de ser sus descendientes” .
La reconquista de la comunidad china a través del dinero
Como no podía ser de otra forma, en esta nueva “reconquista” el dinero también es protagonista. Aunque la Beneficencia es autosuficiente, en 2014 comenzó a recibir donativos de la Embajada de China en Lima. Algunas fuentes sitúan el monto en 30.000 dólares, una cifra muy modesta, pero que muestra la tendencia por intensificar los vínculos con las instituciones sinoperuanas.
Todavía más destacado es el caso del Centro de la Amistad Chino – Peruano, administrado por un patronato (con Erasmo Wong a la cabeza) y donado por el gobierno chino (costó más de 3 millones de dólares). Este centro cultural fue construido por la empresa Yanjing Group, que pertenece a la AECP. Como se puede ver, los círculos se entrecruzan.
La embajada de China (y muchos de los medios de comunicación estatales) también se han hecho un hueco entre los descendientes y migrantes chinos. La revista Oriental, uno de los iconos de la comunidad tusán, publica directamente los comunicados que le envía la Secretaría de Cultura de la Embajada. El periódico que edita Iván Wong no sólo recoge a menudo las informaciones de la agencia oficial Xinhua, sino que todos los domingos publica un artículo de El Diario del Pueblo (principal portavoz del Partido Comunista). La Televisión Central de China (CCTV) tiene canales en español, cantonés y chino y consigue llegar en estos idiomas a todos los círculos de la diáspora.
Si durante décadas (especialmente hasta el reconocimiento de la República Popular en 1971) la comunidad china giró en torno a los valores del Kuomintang y el anticomunismo, en la actualidad todos estos medios ofrecen una imagen positiva de China y de su modelo político-económico.
Los sinoperuanos más influyentes también contribuyen de otras formas a mejorar la imagen de China en Sudamérica. Los vínculos de Erasmo Wong y la APCh con Pekín son cada vez más intensos, y el más famoso de los empresarios tusanes siempre habla de aumentar los vínculos económicos con China.
José Sam, que con frecuencia aparece en los medios peruanos hablando del gigante asiático, ha creado Sino LATAM Forum, un think tank vinculado con el mundo académico y empresarial que busca aumentar los lazos económicos con el gigante asiático.
Muchos otros sino-peruanos están presentes (y fundaron) la Cámara de Comercio Peruano China (CAPECHI); otros promueven y financian revistas, publicaciones, asociaciones o páginas webs. Todos los círculos buscan estar más cerca de China, que es de donde emanan las inversiones, becas y flujos comerciales.
Afianzando los lazos históricos con los inmigrantes chinos en el Perú
Las regiones de donde han salido estos migrantes también han hecho esfuerzos por ampliar sus relaciones con la diáspora china. Apoyados por la Oficina de Asuntos Chinos de Ultramar, el Ministerio de Comercio y las autoridades de Guangdong, regiones como Dongguan, Kaiping o Jiangmen han establecido lazos con las asociaciones chinas en Lima (o han creado algunas nuevas). Las visitas son cada vez más frecuentes y buscan atraer inversiones hacia China o facilitar la exportaciones de productos a Perú.
Las universidades de estas regiones también ofertan cursos especiales, becas y campamentos de verano para descendientes de chinos. Aunque lo que manden sean los yuanes, los acuerdos económicos y culturales se facilitan gracias a los lazos de sangre, la afinidad cultural, la nostalgia del emigrante o los vínculos familiares. Y (económicamente) las dos partes salen ganando.
Todas estas iniciativas, y el nuevo poderío de China, ya han transformado a las comunidades chinas de Perú. La Embajada es cada vez más la institución central a la que todos miran, la que tiene más recursos y la que organiza actividades culturales con más impacto. El respaldo con el que cuenta es difícil de batir: la República Popular de China.
Estos renovados recursos han servido en gran medida para romper con la tradicional solidaridad con Taiwán, cada vez con menos defensores en Lima; y están tejiendo unos lazos con la comunidad china en consonancia con los intereses económicos de la madre patria. En Argentina, por ejemplo, los migrantes que regentan supermercados se han organizado en torno a la FESACH (Federación de Supermercados y Asociaciones Chinas en la República Argentina), un influyente lobby con vínculos tanto entre los políticos de Buenos Aires como entre los de Pekín.
Poco a poco se está borrando también la tradicional utilización del cantonés y los caracteres tradicionales. En el propio colegio Juan XXIII, uno de los emblemas de la comunidad china en Lima, los niños aprenden ya chino mandarín o putonghua. En definitiva, los tiempos han cambiado. Los tusanes se han convertido casi en peruanos, la Beneficencia ha perdido cuotas de poder y los fujianeses se han consolidado como una de las comunidades más dinámicas del país. Junto a ellos han llegado nuevos directivos y profesionales de las grandes empresas chinas (los expatriados de Huawei, Chinalco o CNPC), menos numerosos pero con mucho más poder económico. Hoy, el gigante asiático ya no es aquel país arruinado y pobre que enviaba culíes por medio mundo para cultivar algodón y azúcar. Pekín está en pleno auge internacional; y las comunidades chinas en el exterior son otro activo político, económico y cultural de la nueva potencia asiática.