Un experto propone revisar el «concepto simple» que se le da al extractivismo

La Paz, 09 de octubre (Oxígeno).- El concepto de extractivismo refleja de manera simple la realidad capitalista vigente en el mundo, según el geógrafo Milson Betancourt, quien plantea una crítica a ese punto de partida teórico para tener un mejor panorama de la sociedad y el modo de producción actual.
En una nota de prensa publicada por el periódico digital Pieb.org.bo. Betancourt _ doctor en geografía de la Universidad Federal Fluminense de Brasil_ participó del Tercer Foro Andino Amazónico de Desarrollo Rural, donde expuso este tema. La crítica a la noción del extractivismo surge en tres sentidos: desde que no está de acuerdo con el pensamiento crítico del capitalismo; desde una ecología política de la razón moderna; y desde las experiencias de los grupos, clases sociales, pueblos, etnias y naciones de una relación respetuosa con los recursos naturales.
Betancourt explica que con su análisis del concepto de extractivismo se pretende volcar la atención hacia la precisión teórica y política de los conceptos para analizar la sociedad. “Se habla mucho de que el capitalismo surge en Europa y se va expandiendo. Consideramos que eso no es cierto, surge como sistema mundo en una relación entre Europa y América, adentro esa concepción coloca el capitalismo (por un lado) y esto como economías extractivistas, subdesarrolladas, no capitalistas, a veces aparece como una condena hacia este tipo de economías. Desde el primer momento no simplemente se explotó la naturaleza, se impusieron unas relaciones sociales y de poder…”, dice el investigador.
Hacia el planteamiento
Milson Betancourt dice que el extractivismo, como la explotación de los recursos naturales, junto a la de hombres y mujeres, no es nuevo, viene desde el origen del capitalismo y actualmente atraviesa una nueva fase. “Desde el origen del capitalismo se han adecuado los espacios y técnicas para potenciar la explotación intensiva de recursos naturales, con la evolución de las técnicas evoluciona la intensidad de la explotación”, dice antes de aclarar que, por tanto, no es una noción que describa una nueva realidad.
Por otro lado existen pueblos que mantienen una relación no moderna entre sociedad y naturaleza, es decir tienen un equilibrio en su relación con la naturaleza a partir de la extracción respetuosa de recursos naturales. Esto es contrario al capitalismo donde incluso la producción más limpia, desmaterializada y desterritorializada, como suele llamar los propios países capitalistas, es una mentira debido a que la producción de alta tecnología de esos países es imposible sin la constante e intensiva extracción de recursos naturales en otros continentes y en sus propios territorios. “La división maniquea entre países productivistas y extractivistas confunde el análisis del sistema capitalista moderno colonial como un todo”, dice.
Por último están las experiencias de pueblos específicos, como los siringueros en Brasil, los barraqueros en Colombia y otros que reivindican el extractivismo, que no separa sociedad de naturaleza e incluso pueden mantener una relación sacralizada con ella. El investigador relata: “Los mineros dicen que ‘con este ritmo de explotación y extracción de oro, podemos subsistir unos 600 años más’ pero la empresa a la que se ha concesionado la extracción de oro dice ‘vamos a conseguir sacar (todo el oro) en 16 años con altísima tecnología’”. Ergo, cuando se condena el extractivismo, se condena la historia de estos pueblos y su reproducción sobre la base de una extracción respetuosa con ritmo y productividades distintas a la producción capitalista.
Betancourt explica que con su análisis del concepto de extractivismo se pretende volcar la atención hacia la precisión teórica y política de los conceptos para analizar la sociedad. “Se habla mucho de que el capitalismo surge en Europa y se va expandiendo. Consideramos que eso no es cierto, surge como sistema mundo en una relación entre Europa y América, adentro esa concepción coloca el capitalismo (por un lado) y esto como economías extractivistas, subdesarrolladas, no capitalistas, a veces aparece como una condena hacia este tipo de economías. Desde el primer momento no simplemente se explotó la naturaleza, se impusieron unas relaciones sociales y de poder…”, dice el investigador.