Mujeres se capacitan para romper ciclos de pobreza en la minería

Las estructuras de asociaciones y comunidades que viven de la minería relegan la voz de las mujeres en decisiones que competen a todos, lo que reduce sus oportunidades de mejorar su calidad de vida

Que las mujeres mineras se apoyen mutuamente, que tengan una participación real en la toma de decisiones en un sector que por tradición solo escucha al hombre y que tengan la capacidad de emprender proyectos por su cuenta es lo que busca un proyecto que trabaja en el desarrollo del liderazgo femenino y en la preparación de agentes de formalización.

“Ahora conocemos nuestros derechos y hemos aprendido a hacernos respetar cuando en las reuniones, ampliados o cabildos nos dicen: ‘Vos qué tiene que ver, vos mujer eres’”, cuenta María Flor Soto, quien trabaja como barranquillera en ríos de Tipuani.

Las mujeres son “uno de los grupos más vulnerables” del sector minero y su situación empeoró con la pandemia, subraya Daniel Lafuente, gerente de Proyectos de Cumbre del Sajama, entidad que ejecuta el proyecto “Mentoría de Mujeres Líderes de la Minería Artesanal y de Pequeña Escala”, con el apoyo del Programa Global para las Industrias Extractivas (EGPS) del Banco Mundial.

“Pese a que en el sector minero se ve una mayor presencia de mujeres, incluso en el trabajo de interior mina, hoy aún no se podría hablar de liderazgo (femenino en la actividad) debido a diversos factores.

 El principal es la limitación en las estructuras orgánicas”, afirma Alfredo Zaconeta, especialista en temas mineros del Centro de Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla).

Al momento, detalló el investigador, las mujeres no son parte de la estructura de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia ni de la Federación Nacional de Cooperativas Mineras, las mayores organizaciones del sector. En el primer caso, solo les permiten ser parte del Comité Nacional de Amas de Casa Mineras, y en el segundo están -entre 24 cargos- restringidas a la Secretaría de la Asociada Cooperativista.

Esta forma de organización, que se replica en otras asociaciones y comunidades mineras, las mantiene al margen de las decisiones que tienen que ver con su trabajo y desarrollo personal, siendo que cumplen una labor igual a la de los hombres. Este es el escenario en el que se implementa Mentoría, que llega a más de 300 socias de cooperativas, trabajadoras independientes y esposas de socios de cooperativas de los municipios de Atocha (Potosí) y Oruro, en minería tradicional; y Tipuani (La Paz), San Ramón (Santa Cruz) y Riberalta (Beni), en minería aurífera.

La mayoría son viudas, divorciadas o madres solteras y trabajan como bateadoras o barranquilleras, buscando algunos gramos de oro en tierras que ya fueron explotadas por cooperativas o empresas mineras, una labor que muchas veces realizan con el agua hasta la cintura, en condiciones precarias y sin cobertura de salud ni jubilación ni seguro de vida.

“Las más capaces nos hemos quedado en el camino, porque así es la política del hombre: no quieren llevar mujeres contestatarias” a las reuniones, sostiene Lucy Condori, quien pertenece a un sector que, aunque invisibilizado, ha estado siempre presente en la historia de la minería boliviana.

La presencia femenina en la búsqueda de minerales aumentó durante la pandemia, al ser esta una de las pocas opciones para generar ingresos, con lo que muchas de estas trabajadoras quedan atrapadas en ciclos de pobreza e indefensión en los que sufren violencia laboral y social. Y el número aumenta, impulsado por los altos precios de los minerales.

Lafuente aclara que no existen datos oficiales sobre la fuerza laboral femenina en la minería, aunque Fencomin reportó que el 20% de sus casi 140.000 socios son mujeres y se calcula que las trabajadoras no registradas en asociaciones suman más de 7.000.

Es a un grupo de estas mujeres que se les capacita desde 2021 para que desarrollen las habilidades necesarias para organizarse y, eventualmente, iniciar operaciones mineras a pequeña escala.
Una vez concluidos estos talleres, se iniciará la fase dos, en el que una veintena de trabajadoras ingresará al programa de tutoría. En esta etapa, las mentoras seleccionadas tendrán la capacidad de promover mejores prácticas en las operaciones mineras, introducir mejoras en la gestión de estos proyectos y demostrar las ventajas de la formalización de la minería. Se convertirán en guías de sus compañeras de labor.

El cambio que Mentoría busca impulsar es importante para el futuro de la minería en Bolivia, asegura Lafuente, ya que los mercados internacionales son cada vez más exigentes con respecto a que los minerales que reciben cumplan en toda su cadena con los derechos humanos y el respeto al medioambiente. Si no avanzamos en estos temas, “nos vamos a quedar sin mercados”, alerta.

Zaconeta considera que una mayor equidad en la representación de la minería artesanal y cooperativizada será posible si cambia la mentalidad cultural y machista de los mineros. “Con la adecuación de sus estatutos, por ejemplo, para dar espacio a la mujer en sus organizaciones, se podrían superar brechas como las salariales y de poder de decisión”, afirma.

Publicado en: El Deber