China mira a Europa

Por: Albert Garrido

¿Adónde nos lleva el eslogan ‘America first’ de Donald Trump? A la paradoja de que un régimen tutelado por un partido nominalmente comunista se convierte en el paladín de la economía global; un sistema político cerrado brega por una economía abierta ¿Cómo afecta tal mutación a la Unión Europea? Provoca la transformación de China en un socio privilegiado, indispensable, frente al proteccionismo que figura en el programa y en los discursos del presidente de Estados Unidos. Una paradoja a la luz del pasado, pero una realidad en el presente, un supuesto admitido por los ‘think tanks’ que auscultan el porvenir y que soslayan algunas contradicciones o dudas esenciales que suscita el modelo chino.

La primera duda es discernir si realmente la economía china es de mercado o solo lo es en algunos sectores. La segunda es vislumbrar hacia dónde se dirige una sociedad en transición, un universo sometido a los requisitos de un sistema político de partido único y solo parcialmente conectado a la aldea global a través de la red. La tercera es la pervivencia del ‘dumping’ social, que abarata los costes, falsea la competencia y perfila una sociedad extremadamente dual. Pero ninguna de estas tres dudas, y otras menos visibles, modifica de momento una doble realidad: la UE es un contribuyente sustancial en el desarrollo chino y China no deja de invertir en Europa, de vender a Europa.

IMPORTACIONES Y EXPORTACIONES

En los días en los que con más entusiasmo defendían los eurócratas y el presidente Barack Obama las bondades para el futuro del TTIP (comercio sin apenas reglas), China temió que se completara una pinza que aprisionara su economía: el TPP en la cuenca del Pacífico, el TTIP en Europa. La opción de Trump por el proteccionismo ha ahuyentado los fantasmas de la contracción económica, aunque asoman otros, entre ellos la exigencia europea de equilibrar los intercambios comerciales: en el 2015, las importaciones europeas procedentes de China sumaron unos 350.000 millones de euros, mientras que las exportaciones ascendieron a menos de la mitad (170.000 millones). Según un trabajo publicado por el ‘Financial Times’, tal desequilibrio no es sostenible durante demasiado tiempo sin que surjan tensiones.

Una contradicción más o quizá solo una contrariedad que, como otras ya dichas, no resulta definitiva, al menos mientras prevalezca el ‘America first’ y, según los entendidos, Estados Unidos complete su ‘new look’ un siglo después de su comparecencia arrolladora en todas partes al intervenir en la primera guerra mundial (1917). O hasta que se descubra que este proteccionismo ‘trumpiano’ no fue más que una añagaza electoral, una forma de entusiasmar a la clase media empobrecida por la globalización y la tecnoeconomía –otra contradicción– después de que los profetas del mercado universal las presentaron en su día, sin asomo de duda, como fuente de prosperidades ilimitadas. Claro que las contradicciones son el motor de la historia, según está muy dicho, y estas del presente no serán una excepción o en esto confían al menos China y Europa.

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