Rusia busca en Asia-Pacífico su futuro energético

Rusia continúa buscando socios internacionales que le permitan hacer frente a la caída de ingresos registrada tras la imposición de las sanciones occidentales derivadas de la crisis de Ucrania. Ante la imposibilidad de hacer negocios con las empresas estadounidenses y europeas, las compañías energéticas rusas han decidido volver la mirada hacia Asia, y especialmente China, para cerrar acuerdos comerciales.
Según el presidente de Rosneft, Ígor Sechin, la producción de petróleo rusa podría rebasar los 700 millones de toneladas anuales (14 millones de barriles diarios) en los próximos años. Una cifra que supera con creces los 526,7 millones de toneladas alcanzados en 2014. Este aumento se conseguiría gracias al incremento de producción esperado en Siberia Oriental y el Lejano Oriente, donde se prevén alcanzar 118 millones de toneladas frente a los 58 millones de toneladas registrados el pasado ejercicio. Y estaría impulsado por las oportunidades de negocio que ofrecen sus nuevos socios comerciales: los países de la región Asia-Pacífico (RAP).
El país presidido por Vladimir Putin ha ido aumentando paulatinamente las exportaciones de hidrocarburos a la región (el 26 por ciento de sus ventas al exterior en 2014 fueron para Asia y Oceanía). No obstante, Moscú se convirtió en el primer proveedor de petróleo de China en 2014, superando a Arabia Saudí por primera vez. Y espera continuar incrementando las exportaciones de gas y petróleo en los próximos años. Las previsiones de la petrolera estatal señalan que la cooperación energética entre Rusia y China generará un volumen de negocio cercano a los 500.000 millones de dólares en 2035. Así, prevé que las ventas de gas alcancen los 130.000 millones de metros cúbicos frente a los 14.000 millones de 2014 y que las exportaciones de petróleo asciendan hasta los 110 millones de toneladas, 59 millones de toneladas más que el año pasado.
Estas perspectivas se basan en “el comercio bilateral y los contratos concertados” ya que en lo últimos meses los acercamientos energéticos entre Moscú y Pekín han sido constantes. Fruto de ello es el acuerdo alcanzado entre Gazprom y la asiática CNPC mediante el cual la compañía rusa suministrará gas a China durante tres décadas.
Por otro lado, Rosneft enviará 365 millones de toneladas de petróleo durante 25 años. Sin embargo, la falta de infraestructuras es el principal escollo para la materialización de estos acuerdos. El petróleo y el gas ruso llegan a los países de Asia por ferrocarril o a través de buques cisterna, ya que sólo existe un oleoducto entre los dos países. Por eso, Gazprom y la compañía energética CNPC han firmado recientemente un memorándum de entendimiento para construir un gasoducto que una China con el Lejano Oriente Ruso.
Todos estos movimientos podrían tener repercusión en las relaciones comerciales que en los últimos años se han generado entre China y Latinoamérica. El país asiático ha ido incrementado paulatinamente las importaciones petroleras de la región. Sin embargo, es muy probable que tras la consolidación de los acuerdos entre Moscú y Pekín la cantidad de petróleo que adquiera el país asiático descienda considerablemente. Entre otras cosas, porque una vez que se consoliden las infraestructuras entre Rusia y China, será más seguro y barato transportar el crudo por ductos en vez de utilizar barcos.