El precio del gas cae y ensombrece el futuro de Bolivia y de Evo Morales

Subido a una ola de crecimiento económico y estabilidad inauditos, el presidente boliviano, Evo Morales, arrancó anteayer un nuevo mandato, con lo que se convirtió así en el líder que más tiempo ocupó la presidencia de esa nación andina.

 

Pero después de prestar juramento ayer a su gabinete, Morales y el resto de los bolivianos enfrentan ahora desafíos económicos que podrían erosionar rápidamente ese capital y poner a prueba la popularidad de este líder de 55 años.

 

La suerte de Morales dependerá de cómo enfrente el inminente hundimiento del precio del gas natural, principal fuente de ingresos por exportaciones de Bolivia. Debido en parte a una mayor presión impositiva sobre las ganancias del gas natural, el PBI de Bolivia se triplicó, hasta alcanzar los 30.600 millones de dólares en 2014.

 

Pero ahora que el precio del petróleo atraviesa una baja plurianual, se espera que los ingresos por venta de gas al extranjero se contraigan.

 

“Morales gozó de mayores poderes políticos y económicos que cualquier otro presidente de la historia de Bolivia, gracias a la mayor bonanza que ha vivido su país”, dice Marcelo Silva, politólogo de la Universidad de San Andrés, en referencia a los extraordinarios precios de las commodities y del auge de Morales como primer mandatario indígena en la historia de Bolivia.

 

Sus seguidores dan crédito a Morales por haber hecho ingresar a Bolivia en el siglo XXI a través de obras públicas, como el lanzamiento del primer satélite boliviano o la inauguración del teleférico de La Paz, un nuevo sistema de transporte de fabricación austríaca para trasladarse por la montañosa ciudad, sede del gobierno boliviano. En las elecciones de octubre, más del 60% de los electores lo respaldaron.

 

Pero ahora algunos se quejan de que el presidente, que creció en una casa de adobe, pastoreando llamas, se dejó seducir por los oropeles del poder.

 

Poco después de su victoria electoral, Morales puso la piedra fundamental de La Casa Grande del Pueblo, un nuevo palacio de gobierno de 20 pisos de alto y 31 millones de dólares de costo, coronado por un helipuerto y con una fachada en piedra inspirada en los monolitos gigantes de la antigua cultura tiahuanaco. Morales dijo que el antiguo palacio es una “ratonera, símbolo del pasado colonial”, y que ya no sirve.

 

Pero la oportunidad del proyecto -justo cuando el país tiene viento económico en contra- despertó varias críticas. “Lo que se necesitan son más escuelas”, dijo Walter Laredo, que maneja un cibercafé donde se está levantando el nuevo edificio. “Espero que el gobierno de Evo Morales tome mejores decisiones.”

 

A pesar del progreso económico de Bolivia, muchos de sus 10 millones de habitantes tienen problemas para cubrir sus necesidades básicas y el ingresoper cápita está por debajo de los 3000 dólares anuales.

 

Bolivia ha sido durante mucho tiempo el país más pobre de América del Sur y tercer productor mundial de cocaína.

 

Una crisis económica podría ser un cimbronazo para la popularidad de Morales. Un recorte del gasto público le dificultaría cumplir su promesa de mejorar la salud pública y reformar el notoriamente corrupto Poder Judicial de Bolivia: más de 1000 jueces y 300 fiscales están siendo investigados o juzgados por corrupción.

 

Se supone que para este año el desplome mundial del crudo representará una reducción de al menos 1300 millones de dólares de ganancia por venta de gas, una cifra que equivale a una quinta parte del total ingresado en 2014.

 

Se estima que el país empezará a sentir el ajuste en la segunda mitad de 2015, que muy probablemente se profundice el año próximo. “Es una sanción brutal”, dijo Carlos Miranda, ex ministro de Energía.

 

Los precios de los minerales ya cayeron cerca de un 26% el año pasado. Entre los afectados se cuentan los 100.000 mineros independientes de Bolivia, que exigen un rescate de 100 millones de dólares, con la esperanza de invertir en tecnología que los ayude a incrementar su producción.

 

Morales ya dijo que si la situación económica empeora, apelará a las reservas internacionales del país, que el año pasado terminaron en 14.400 millones de dólares.

 

“Estoy preocupado, pero no atemorizado”, dijo Morales recientemente.

 

Traducción de Jaime Arrambide.